“EL VÍA CRUCIS DE LOS DEUDOS DE LOS POLICÍAS FALLECIDOS"

Por Admin AD / 11.09.2015

Que el Estado y la sociedad tomen en cuenta no solo la heroicidad del que fallece sino también las secuelas del hecho.


“EL VÍA CRUCIS DE LOS DEUDOS DE LOS POLICÍAS FALLECIDOS

Foto: diario La República

Por Sandra García Morey, Viuda del Capitán PNP Roberto Morales, Presidenta de la Asociación de Viudas, Madres y sobrevivientes de Miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional – AVISFAIP

Todos los peruanos y peruanas lamentamos esta gran pérdida. La reciente muerte del SOS PNP Adolfo  Castellanos Carrillo valeroso efectivo de la Policía Nacional del Perú, quien trabajaba  en la Unidad de Desactivación de Explosivos (UDEX), tristemente mutilado y desangrado cuando  intentaba desactivar una granada dejada en el frontis del colegio Cristo Salvador ubicado en Villa El Salvador. La noticia nos llena de tristeza y preocupación también a las madres y viudas de valerosos policías fallecidos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

Su fallecimiento ha sido en el cumplimiento del deber. Este esposo, padre y abuelo optó, sobretodo, por cumplir su deber; a pesar del riesgo de dejar sola a su familia. A las madres y viudas por causa del terrorismo su infortunio nos trae al recuerdo nuestro propio vía crucis.  Más allá de las condolencias y el respeto que genera su valerosa acción (salvar la vida de personas y niños que inocentemente podían haber sido víctimas), sabemos que esto pondrá a prueba a su familia por causa de la desorganización y lentitud con que el Estado suele atender a la familia policial y militar cuando pasa por una acción similar.  Esperamos este no sea el caso.

Cuando la viuda de un efectivo de la policía o las Fuerzas Armadas se convierte en padre y madre para sus hijos, inicia quizás una de las pruebas más dolorosas de su vida: sobreponerse a la pérdida (tarea imposible) y continuar con su destino a pesar de la indolencia.  La institución que se comprometió a otorgarle todos los beneficios que por ley le corresponden, suele tratar con displicencia a la viuda y a los deudos que quedan en orfandad. Esperamos no ocurra lo mismo en este caso.

En las primeras gestiones, a pesar de los indicios,  todas las viudas iniciamos un largo proceso administrativo para obtener la resolución de baja por el fallecimiento en “Acto del Servicio”, “Ocasión”, “Consecuencia del Servicio” o “Acción de Armas”. El trámite comprende la investigación policial para saber cómo y dónde ocurrió el hecho de muerte. Posteriormente, cuando se obtiene la Resolución de causa del fallecimiento, según sea el caso, corresponde solicitar la pensión de viudez, orfandad, descendiente o ascendiente. Este trámite puede demorar también algunos meses por los requisitos para acreditar el parentesco. 

Después con la Resolución de Baja por fallecimiento en el Cumplimiento del Deber, se inicia un nuevo trámite para solicitar la Pensión de Viudez u Orfandad, debiendo ser enviada a la Dirección de Economía de la Institución,  la familia inicia la espera para recibir la pensión (suspendida desde el mes que sucedió el fallecimiento); esta espera puede demorar meses y algunas veces hasta años (o peor aún si se percibe a través de la Caja de Pensiones Militar Policial). Este es el vía crucis de las viudas, madres y deudo de un policía o militar fallecido en el cumplimiento del deber.  Como es ampliamente conocido, en las últimas décadas, ya sea por el Terrorismo, la Defensa del Orden interno, la Defensa  Nacional,  o, por la inseguridad ciudadana muchos policías y militares a diario ofrendan su vida en cumplimiento del deber.

Estas  vidas truncas, valerosas pero en el fondo interrumpidas de forma injusta, dan fin al desarrollo profesional, familiar y laboral del ser humano que fallece; deja  un profundo dolor en  las familias, nuestras familias, donde el padre o el hijo hacen falta no tienen consuelo.   La muerte como las heridas y secuelas de los cientos de efectivos heridos, mutilados y discapacitados nos duelen, tanto como la indolencia de la Institución y del Estado. 

Sirva este comentario para dar testimonio de nuestra verdad. Para que el Estado y la sociedad tomen en cuenta no solo la heroicidad del que fallece sino también las secuelas del hecho. Para que no se repita la historia.     

Las autoridades miran a otro lado, y otros encojen los hombros, cuando nos oyen hoy después de muchos años seguir reclamando por la atención de las secuelas que la guerra dejó en nuestras vidas y en el país. Nos ha tocado llamar a todas las puertas, y hemos encontrado distintas respuestas. Hay también quienes se sienten seguros porque piensan que  nunca les ocurrirá a ellos.

El terrorismo no lo eligieron  las víctimas, se nos impuso; fue Sendero Luminoso quien el 18 de mayo de 1980 inicio la lucha armada, enlutando muchos hogares  los que hasta ahora lloramos la ausencia de nuestros seres queridos. La ausencia de los entregaron su vida para lograr la “paz” que hoy gozamos todos los peruanos, y la ausencia de los inocentes que no ha cesado de dolernos. Es el Estado el primero que debe acudir a resarcir el daño sufrido y tomar las previsiones para que nuevos efectivos militares y de la policía, y los civiles, no vivamos condenados a vivir para siempre vía crucis.

En los 80s y 90s los peruanos vivimos una época nefasta que no ha cesado; aun hoy existen muchos policías y militares en el VRAEM que arriesgan diariamente su vida; son destacados para neutralizar los crímenes de malos peruanos,  a veces en silencio y a sabiendas de la ingratitud en que puede incurrir el Estado y nuestra sociedad. 

Las víctimas y deudos de las FFAA y PNP también llevamos las huellas de la violencia en el alma; la pérdida de nuestros hijos, esposos o padres y así como la indolencia ha afectado nuestra integridad de seres humanos, y nuestra moral.      La poca escucha y solidaridad ante nuestros pedidos de atención en los hospitales de las FFAA y PNP, de agilidad de trámites, de cumplimiento de la Ley y de buen trato,  desdicen los homenajes que pocos de nuestros familiares han recibido.

No podemos seguir viviendo en un país que se conduele por la muerte de un ser humano en cumplimiento de su deber y al día siguiente lo olvida; en donde los deudos de sus “héroes” y “víctimas” deben recurrir al Poder Judicial a entablar procesos judiciales para la obtención del pago del Fondo del Seguro de Vida, no pagado con oportunidad, e incumplido a pesar de la existencia de sentencias judiciales, en doble instancia, favorables a los deudos.   La reivindicación de la memoria de nuestros seres queridos, de los “no civiles” se aleja ante estos hechos, y ellos desde su fría tumba nos contemplan en el vía crucis del daño moral, psicológico y económico que genera esta situación en nuestras familias. 

Las viudas, madres y sobrevivientes queremos que la inmolación  de nuestros seres queridos no quede en el silencio; ni  desaparezcan con el tiempo, en el anonimato,  olvidados o desprotegidos nuevamente.  Queremos que se honre su memoria en vida, que se juzgue a quienes cometieron delitos con las penas más severas. Como todos los peruanos queremos vivir en un país seguro, donde reine la paz, a pesar de que en nuestros hogares lloramos aun la perdida de nuestro ser querido; estamos convencidas que su muerte no ha sido en vano, que en parte gracias a ellos hoy podemos y debemos vivir en paz.

Deseamos que se tomen todas las medidas de prevención y reparación de acuerdo a ley, para que la zozobra, la viudez, la orfandad no toque nuestras puertas innecesariamente. Y que el terrorismo demencial nunca vuelva a nuestro querido Perú


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